miércoles, 8 de septiembre de 2010

Caracteristicas Funciones Mentales Superiores

Ocasionalmente se halla en la literatura neurológica la denominación de “funciones cerebrales superiores”, aunque no es fácil encontrar una restricción del concepto que quiere expresarse. En general, se considera que comprenden las praxias, las gnosias y el lenguaje. Son, pues, diferentes de las “funciones mentales superiores”, de las “funciones psicológicas superiores” y de las otras denominaciones similares que pueden ser muy extensivas, hasta el punto de abarcar, tal vez, la memoria, la atención y otros procesos similares.
Desde hace algunos años utilizamos de modo deliberado esta denominación para caracterizar precisamente estos tres conjuntos de actividades. Por nuestra parte, la definición, delimita estos tres aspectos:

1) Son exclusivas del hombre y no pueden ser descriptas en los animales;
2) Son el producto del aprendizaje durante la vida individual;
3) Por su parte, constituyen algo indispensable para otros procesos de aprendizaje.

El primer punto no requiere comentario, pero el segundo sí. Consideramos que desde el nacimiento mismo tienen lugar en el lactante procesos de aprendizaje que trascurren organizando en la corteza cerebral del niño, unidades funcionales de carácter cada vez más complejo. Estos procesos de aprendizaje son concomitantes de la maduración, en particular de la maduración neurológica, con la que se influencian recíprocamente. Para llamar la atención sobre su existencia, utilizamos la denominación de “aprendizaje fisiológico” para estos procesos. La progresión de este aprendizaje fisiológico va organizando las “funciones cerebrales superiores”, es decir, las praxias, las gnosias y el lenguaje. Hay desde luego una continuidad a lo largo de la existencia individual, que culmina, en cierto modo, en la estabilidad de estas funciones cerebrales superiores, estabilidad que desaparece cuando una lesión cerebral las desorganiza.

En este último punto el que es mejor conocido por la neurología clásica y que como se sabe, originariamente dio lugar a la denominada “doctrina de las localizaciones cerebrales” y sus periódicas revisiones. En nuestra opinión, hay una base cierta para el desarrollo de las doctrinas localizacionistas, puesto que sólo determinados territorios de la superficie de la corteza dan lugar a la desorganización de una “función cerebral superior”. Por otra parte, esta correlación justifica la actuación clínica del neurólogo. Pero para nosotros es igualmente cierto que, del mismo modo que la normalidad anatómica de la corteza cerebral del niño condiciona el desarrollo de esos procesos de aprendizaje fisiológico, del mismo modo estos procesos, van condicionando paulatinamente la organización funcional de la corteza cerebral, lo que culmina en su especialización en el adulto.
Las praxias, las gnosias y el lenguaje son el sustento del aprendizaje pedagógico, esto es, de la lectoescritura, el cálculo y las nociones matemáticas, de la música, de los oficios y deportes, de las artes plásticas y en general, de toda actividad que es transmitida de una generación a otra como un aspecto definido del patrimonio cultural. Es en este sentido, que decimos que las “funciones cerebrales superiores”, sirven para otros procesos de aprendizaje. A la vez, esto nos permite determinar porqué la agrafía, la alexia, la acalculia, la amusia, etc., no son en sentido estricto expresiones de funciones cerebrales superiores específicas (la escritura, la lectura, el cálculo, la música, etc.), sino de las correspondientes funciones cerebrales superiores que intervienen en su organización.

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